CARISMA VICENTINO
1.- ¿Qué significa ser Vicentino?
Seguir a San Vicente de Paúl, Santo francés que vivió entre el 1581 al 1660. Fundó la Congregación de la Misión-PP. Vicentinos en 1617 aunque fue aprobada canónicamente en 1625. También a las Damas de la Caridad en el mismo año y a las Hijas de la Caridad en 1633. Es el gran místico y patrono de la Caridad por su entrega incondicional al servicio de los pobres.
2.- ¿Cuál es su misión?
Siguiendo a nuestro Santo Patrón, ser misioneros, testigos del Señor Resucitado y llevar el mensaje de Salvación a todos los hombres, especialmente a los más necesitados. Nuestro lema que figura en el escudo es “Me ha enviado a evangelizar a los pobres”. Somos instituciones, ramas o asociaciones laicas y consagradas en el mundo que tenemos como objetivo trabajar armónica y organizadamente en favor de los pobres tanto en el ámbito material como espiritual: asistencia social, promoción humana, formación espiritual…
3.- ¿Qué es lo más importante en esta celebración vicentina?
Este año, 2017, celebramos el 400 aniversario de la fundación del Carisma Vicentino. La fecha nos quiere hacer recordar y, sobre todo, comprometer, a mantener la fidelidad activa y creativa que impulsó a San Vicente a colaborar activamente en la promoción y ayuda a los más necesitados. A crecer en santidad y a ser audaces y perseverantes en nuestra propia vocación descubriendo el rostro de los pobres, reflejo de Jesucristo, y el análisis de la pobreza para paliar, según nuestras posibilidades, las consecuencias que se derivan de ella.
4.- ¿Cuál es la espiritualidad vicentina?
San Vicente de Paúl quería que fuéramos “apóstoles en la oración y místicos en la acción” para unificar la vida contemplativa con la vida activa. Somos, de todas formas, una Congregación de evangelización directa de servicio a los más necesitados, allí donde se encuentren, pero siempre desde la fe que surge del Evangelio. Se basa nuestra espiritualidad en Jesucristo que se encarna especialmente en los más necesitados y en ver en el pobre el rostro del Señor.
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La fiesta de San Vicente en el 400 aniversario del carisma vicenciano
Por: Félix Villafranca, C.M.
…Seguro que Vicente enrojecería al atribuirle tan altas condecoraciones verbales, consciente de su pequeñez, pero reconocería que Dios y su Providencia habían estado grande con él y con sus humildes iniciativas. La pequeñez de su pobre persona sólo habría sido un obstáculo a los planes de Dios sobre él y sobre su pequeña compañía. Nos contaría de una manera sencilla como había surgido todo, sin haberlo pensado premeditadamente. y nos susurraría al oído que debemos estar siempre atentos a las llamadas de la Providencia.
Hoy, 400 años después, en un mundo desarrollado, con capacidad para que todos vivamos con la dignidad de los hijos de Dios, aparecen mil formas de pobrezas nuevas, tan sangrantes como las que conoció Vicente en su tiempo. Como él, todos nosotros somos convocados a dar respuesta al reclamo evangélico “Fui forastero y me acogiste”, fuerza motriz de las celebraciones viccencianas de este año, que nos empuja a salir a las calles y periferias de nuestra sociedad y escuchar el grito desgarrador de los sin techo, sin voz, sin futuro y sin esperanza.
Sus métodos no serán los nuestros, porque han cambiado muchas cosas, pero el calor humano y la presencia viva entre los pobres nos irán inspirando en cada momento y circunstancia nuestra manera de sentir, de ver, juzgar y actuar. Es la presencia activa y creativa la que nos ira inspirando en cada situación el acompañamiento transformador que debemos dar a los a los desheredados de nuestra sociedad.
El Simposio internacional que la Familia Vicenciana va a celebrar en Roma el próximo mes de Octubre tiene este doble sentido: dar gracias a Dios por haber inspirado a Vicente de Paúl el celo apostólico que dio origen a una de las mayores transformaciones sociales y caritativas de la Iglesia, y, a la vez, avivar este fuego, en forma de iniciativas, métodos e instituciones adecuadas para dar respuestas a los nuevos retos que plantea nuestra sociedad.