LOS VICENTINOS Y LA GESTIÓN DE RECURSOS
Editorial – Fredy Giraldo Vásquez
«Dame pescado y comeré un día, enséñame a pescar y comeré toda la vida»
Para que una Institución cumpla su misión, logre sus objetivos y entregue resultados favorables a sus socios, es necesario que cuente con recursos suficientes (humanos, financieros y físicos), solo así podrá contribuir con una gestión adecuada y orientada al incremento de la productividad.
El capital más valioso con el que cuenta cualquier Institución son las personas, en el caso de la Sociedad de San Vicente de Paúl de Medellín: los Socios, los Voluntarios y los Trabajadores; de todos y cada uno de ellos depende el éxito o fracaso en el logro del objeto y objetivo Institucional. Los vicentinos como miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl, (llámese socios, voluntarios o trabajadores), están unidos por una vocación; es decir, se inician, se desarrollan y se mantienen en la Institución, porque existe una verdadera vocación de servir a los más pobres, que implica la pertenencia a una comunidad de fe, que ora y actúa unida (Díaz Torremocha, 2004 pág. 34).
Al hablar de vocación, se hace necesario poner en el presente, las características que le dan forma a ésta para los vicentinos: la comunidad de fe, el servicio de los pobres, el contacto persona a persona, el compartir el sufrimiento, el extendimiento del evangelio entre los pobres y el servicio continuado y responsable. Al tomar en cuenta y poner en el presente las características de la vocación que mueve el servicio comunitario, los vicentinos deben reflexionar acerca del servicio que prestan, y si éste se enmarca en el acompañamiento de los que sirven o ha tomado más fuerza y ha ganado más protagonismo la administración de los recursos financieros y físicos, que el sentido de caridad orientado a la redención de la pobreza.
No en pocas ocasiones los vicentinos están fijados en la recolección, administración y uso del dinero y de la propiedad y han abandonado el verdadero servicio a los pobres. Según la Regla “los vicentinos nunca deben olvidar que dar amor, capacidades y tiempo, es más importante que dar dinero”.
La Sociedad de San Vicente debe utilizar el dinero y la propiedad para ayudar a liberar del sufrimiento a aquellos que padecen las inclemencias de la pobreza, nunca para permitir que estos sean una herramienta que los convierta (a los pobres, o incluso a los vicentinos) en personas dependientes de la ayuda material.
Para hacer la caridad la Sociedad requiere de fondos; éstos, provienen de distintas fuentes, como los hermanamientos y otras acciones que desarrollan los vicentinos para recaudar dinero que les permita entregar ayuda a los más necesitados, pero en muchas ocasiones los vicentinos solo se ocupan de entregar ayuda material, y están dejando de lado la principal tarea, que es el acompañamiento mediatizado por el contacto personal con el que sufre. Muchas veces, muchas, muchas, los vicentinos se preocupan más de solicitar hermanamientos y preguntar conqué me apoyan a nivel económico que de hacer acompañamiento a los que sufren.
José Ramón Díaz Torremocha, en sus cartas, manifiesta su preocupación por este hecho y deja de manifiesto que el manejo de los hermanamientos y diría yo, de otros recursos por parte de las Conferencias es puesto en duda, no sólo en términos de la eficacia en los controles para su distribución y real seguimiento de su utilización, sino en el cumplimiento del objetivo, al ser entregados a los pobres y el verdadero resultado en éstos, al recibir la ayuda material de parte de los vicentinos. No pueden los vicentinos, vivir con la constante y eterna sospecha de si, son o no bien manejados los recursos por parte las Conferencias, los vicentinos deben asumir los mecanismos y controles que aseguren y den confianza a todos los Consocios y Consejos, de la buena y racional administración de los bienes.
Los vicentinos se esfuerzan en construir relaciones que se basan en la confianza y en la amistad, pero ello, no pelea con el establecimiento de mecanismos y controles que garanticen la eficacia, eficiencia y transparencia en el manejo de los bienes, los cuales solo tienen un fin, la ayuda a los pobres para que alcancen su autopromoción.