NUTRICIÓN EN LA SSVP
NUTRICIÓN EN LA SSVP
– Complemento elemental en los Programa de la Sociedad –
La SSVP de Medellín ha tenido premisas importantes como: “dar el pescado y enseñarlo a pescar”; pero, ¿todos pueden comer pescado?. Si revisamos esta premisa, metafóricamente hablando, y aunque la Institución a brindado desde sus Programas sociales alimentación, preocupándose por satisfacer una de las necesidades básicas (físicas) del ser humano, actualmente debemos comprender que hay otras condiciones que conllevan a tener una ayuda complementaria e integral. La SSVP de Medellín ha tenido premisas importantes como: “dar el pescado y enseñarlo a pescar”; pero, ¿todos pueden comer pescado?. Si revisamos esta premisa, metafóricamente hablando, y aunque la Institución a brindado desde sus Programas sociales alimentación, preocupándose por satisfacer una de las necesidades básicas (físicas) del ser humano, actualmente debemos comprender que hay otras condiciones que conllevan a tener una ayuda complementaria e integral.
Según la última Encuesta Nacional de la Situación Nutricional -Ensin- publicada en el año 2017, medio país se encuentra en riesgo nutricional. El informe muestra que más de la mitad del territorio, es decir, un 54.2% de los hogares colombianos se encuentra en inseguridad alimentaria, en el 22.3% de ellos, la inseguridad es severa. Cuando hablamos de riesgo nutricional e inseguridad alimentaria, deben llegar a nuestra mente palabras como: obesidad, sobrepeso, malnutrición o desnutrición.
No podemos pensar que la tarea se termina cuando damos la ayuda… ¡dar por dar!. Debemos entender que contar con los recursos para alimentarse es tan sólo la mitad del camino, mientras que aprender a alimentarnos correctamente es la otra parte de esta ardua tarea.
Es por ello, que la Sociedad de San Vicente de Paúl de Medellín le apostó y complementó sus Programas, brindando desde su área de Nutrición la atención especializada a los beneficiados acorde con sus condiciones físicas y su estado de salud. Actualmente cuenta con una profesional idónea y comprometida, con el objetivo de contribuir al desarrollo humano integral a través de la promoción de mejores hábitos de alimentación y nutrición que aporten a su bienestar. Asesoría personalizada a los beneficiados, estudio de la alimentación en los comedores, creación de minutas, formación a grupos focales (escolares, preescolares, madres gestantes), charlas educativas y especializadas, entre otras, son algunas de las tareas que adelanta la profesional.
Harinas: ni santas ni diablas
No son las culpables de todos nuestros problemas de peso y definitivamente se consideran necesaria para una alimentación sana. El secreto está en la cantidad y la calidad.
Las harinas si hacen parte de los carbohidratos que todo ser humano requiere para que el cerebro, el corazón y otros órganos en general tengan la energía para funcionar, para pensar y para enfrentar el día a día. Dan la gasolina del cuerpo, sin ellas no habría sistema que funcione.
En su versión natural, las harinas (trigo, cebada, maíz, arroz, pasta, yuca, papa) son carbohidratos complejos, es decir, cadenas grandes de azúcares que tardan más en ser metabolizados y por lo tanto liberan la energía poco a poco y a largo plazo. A medida que se refinan y se les quita la cubierta o cáscara, dejan de tener esa fibra que compite por la absorción con azúcares y grasa y por lo tanto estos están disponibles más rápido.
Las harinas integrales, es decir, aquellas a las que se les deja parte de su cáscara aportan fibra, lo que reduce la absorción del colesterol, mejorando los procesos digestivos y compiten por la absorción en el intestino más lenta y evitando que se absorban todo los azucares. Los panes, arepas, pastas, tostadas y en general los productos base de harinas son parte esencial de nuestra dieta y no hay que prescindir de ellas.
Las recomendaciones de las sociedades científicas para acertar con ellas son:
- Sin excesos, la cantidad adecuada según edad, peso, metabolismo y requerimiento de cada cual.
- Se necesita una mezcla de ambos carbohidratos (simples y complejos) para tener energía inmediata y energía a largo plazo.
- La mitad de las harinas que se consumen deben ser integrales, sea en pan, tostada o pasta.
- Todo lo que viene en su estado original es más sano que lo procesado. Las arepas deberían hacerse con maíz y no con harina de maíz para beneficiarse de la potencialidad de la fibra. Lo mismo ocurre con el puré, que debería prepararse con papas y no con harinas de papa procesada.
- Los procesos de cocción modifican la estructura de las cadenas moleculares y las propiedades de la fibra y la cantidad y calidad de carbohidratos que se aporta. A mayor cocción, menor cantidad de fibra y mayor cantidad de carbohidratos simples.
- ¿Mejor una harina de garbanzo que una de trigo? Es una cuestión de gusto personal. El único criterio médico que involucra la decisión sería si la persona es intolerante al gluten. De ser así, el trigo, el centeno y la cebada deben desaparecer de su dieta y ser reemplazados por otros granos.